En la asignatura de Proyectos este año, nos encontramos en una fase en la que trabajamos en grupo. Mi grupo se sitúa en Santa Pola, así que hace unos días hicimos una visita a la ciudad en cuestión. Estas son las imágenes y algunas notas que tomé en su día. Una ciudad viva en verano, pero que en invierno toma un papel pasivo ante las gaviotas que rodean su primera línea.
Estas cosas ocurren en el tejido que deriva de Gran Playa. Son edificaciones realmente antiguas que se asientan sobre sus débiles patitas. Me hubiese gustado decir que se deslizaban ante la arena de Santa Pola y que caminaban sigilosamente durante la noche, pero estaría marcándome un farol muy pretencioso. Son pequeños ancianos, amables y curiosos que se han quedado en sus sillas en la tertulia de las tarde de manera eterna. Y allí son felices. Cuando sus familias, generalmente reincidentes, cada año acuden a habitar sus plantas para ver a sus ñiños crecer un año más, por ejemplo.
Estas imágenes pertenecen a la parte situada frente a Playa Lisa. Barraca Evolution hemos denominado a esta tipología de viviendas que se hallan sobre la arena. No preguntéis por qué, es una larga historia que quizás un día cuente. Allí están, para la más bonita de las postales. Se dice que quieren retirarlas de allí porque... claro, ¡¡están en la arena!! Y qué más da, así ocurrió hace tiempo, y ahora conforman un frente peculiar e inspirador. Sugerente. ¿A quién no le gustaría convertirse en surfero por un día para levantarse una mañana, salir a esa porchá, mirar al horizonte con la palma de la mano paralela a vuestra mirada y caminar de repente hacia el mar?
Ahora bien, seamos conscientes de que no es la imagen idílica y bohemia la que habita ese espacio todo el año. De hecho no hay más que caminar por la espalda de esta escena (última imagen del grupo) para vivir en el vacío urbano en que se convierte esa calle en la temporada no-estival.
Ahora bien, seamos conscientes de que no es la imagen idílica y bohemia la que habita ese espacio todo el año. De hecho no hay más que caminar por la espalda de esta escena (última imagen del grupo) para vivir en el vacío urbano en que se convierte esa calle en la temporada no-estival.
También doblegamos el casco urbano de Santa Pola para atravesar el otro foco turístico. Al este de Santa Pola se encuentran la playa de Levante, las calas Santiago Bernabeu y las calas del Este, y junto a ellas un escenario algo más vivo y deluxe, quizás bajo nuestra intuición, más vivido como segunda residencia. Este escenario, fijaos, tuvo menos encanto.
Y por último nuestra travesía nos llevó de vuelta al campus universitario en San Vicente del Raspeig (Alicante), a través de una carreterita, esta vez sí, con mucho encanto. Pudimos ver estas simpáticas construcciones improvisadas y que quizás rozan la ilegalidad, y también una arena mojada más inquietante. Aunque eso sí, siempre custodiados por las orejas de las construcciones que asoman por la cresta del cabo. Aunque bueno... ¿asoman?
No, luego más adelante te das cuenta de que no se cortan ni tres.
SANTA POLA (ALICANTE) - ESPACIO PÚBLICO
"El espacio público que se ha generado como negativo a toda la propuesta urbana de esta área se asienta sobre Santa Pola como si de un paisaje urbano poco definido se tratase; estático, inaccesible, desfasado, comedido, ajeno al contexto, cobarde y, especialmente, intransitado. Esto no es más que un resultado de la relación directa que siempre debe existir en cualquier tejido urbano, entre el uso particular y su correspondiente actividad paralela, y que en este caso no se da por la ausencia del primero de ellos. Este tipo de paisaje urbano es, por tanto, una víctima de una mala planificación en el crecimiento de la ciudad. Una planificación en la que la guía era la rápida puesta en escena de nuevos refugios estivales de los que extraer unos beneficios económicos no compatibles con la definición de una ciudad equilibrada."
Notas
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