Aquí en Elda hemos dicho en voz alta demasiadas veces este nombre como para que nos suene a bonito. Pero lo cierto, es que creo que tiene un nombre muy sugerente y atractivo para cualquier persona ajena a la ciudad y a la que le menciones dicho título. Para mí siempre ha sido el parque con el que más me he identificado durante mi más o menos corta vida en estos alrededores. No tendrá un gran tamaño, tampoco unas grandes instalaciones modernas, no tendrá a dos mil quinientos niños revoloteando...pero tiene otros encantos que tenemos que cuidar y poner en valor.
2. Banco de la parte superior del jardín. Muestra de la
cerámica que envuelve los detalles de jardineras y bancos
Este jardín hoy presenta la predisposición pública que los eldenses y petrerenses conocemos, pero no siempre fue así. En 1925 fue construido el gran chalet que se encuentra en su interior...chalet privado con una gran finca que rodeaba a la vivienda en el centro de la ciudad. Un pequeño paraíso en el corazón del pueblo. Más adelante, en la Guerra Civil, pasó a ser utilizado como Hospital de Sangre dando un vuelco tremendo a su uso cotidiano. "Los grandes edificios deben saber acomodarse a los nuevos usos", nos dicen en la Escuela una y otra vez. Aunque este no sea el caso más admirable...la realidad es que ha sabido mantener su lugar en la ciudad y adaptarse a nuevas necesidades y propósitos para no desaparecer de la memoria de la ciudad.
Pero esto no queda ahí, como todos conocemos - y los que no lo conozcáis os lo cuento - hoy en día La Casa Grande del Jardín de la Música presume de ser una Sala de Exposiciones que de manera continuada muestra trabajos de artistas de los alrededores de una y otra disciplina. No contenta con esto, dentro de la finca existen otras dos construcciones, originales de aquel paraíso dentro del pueblo, que destinan su uso a espacios para las radios locales. El resto del jardín propiamente dicho...es un ambiente muy especial. Rodeado de un cercado histórico infinitamente restaurado, de una pinada con más años que historias se han vivido a sus pies, del eco de las bandas de Moros y Cristianos que siempre quedará en esa grava rojiza cuyo sonido sólo recuerda al Jardín de Elda...rodeado de todo eso, ayer pasé la tarde escuchando los pájaros de la gran pajarera que poco ha cambiado últimamente, a los veinticinco niños que jugaban allí (no eran dos mil quinientos), viendo el trabajo que Miguel Ángel Esteve expone en la Casa Grande y...en fin, disfrutando de nuestro rincón, que a veces se me olvida que está ahí.
4. Percepción especial. Subidos a ese hueco semicircular, los festeros más jóvenes de Moros y
Cristianos ven los desfiles pasar. Mis amig@s y yo más de una vez hemos
estado ahí encima subidos. Ay...qué versátil es Elda...:P
Cristianos ven los desfiles pasar. Mis amig@s y yo más de una vez hemos
estado ahí encima subidos. Ay...qué versátil es Elda...:P
Las fotos las saqué ayer con mi cutre-móvil...pero creo que así son más personales:)
2 certezas:
Qué bonica es mi Elda... jejeje Aunque nos quejemos a veces, ahora que algunos estamos fuera, recordamos esos pequeños detalles que nos hacen recordar nuestra corta existencia.
Gracias por una entrada tan significativa para los que somos de allí.
Lola
El viernes pasé por allí y estaban arreglando el muro que lo rodea, muro al que una vez subí para ver a unos huevos y una gallina correr por la calle.
Realmente no está nada mal el Jardín de la Música.
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