13 septiembre 2008

Déjame pensar un momento...



Nací esta mañana y el médico, ausente, me gritaba al oido incoherencias una tras otra. Yo, más ausente si cabe, me hacía el sordo y retozaba en la incubadora exigiendo una explicación a aquella situación tan absurda.
Ya no era tan de mañana en realidad. La puerta principal comenzó a vibrar en un intento de anticipar claras rachas de viento y rápidamente me alcé y me propuse sobre el desgastado piso simulando que nada ocurría. Simulando que no me encontraba ausente y emulando a un activo empresario de la vida que sabe manejar sus cuentas bancarias particulares. Pero no, mis cuentas están algo desajustadas. Hoy abro una nueva cuenta, mañana la cierro, probablemente pasado mañana reabra la misma...
Sobre el piso me deslicé e intenté trasladar al presente lo ocurrido durante mi gestación. Quería recomponer en el álbum biológico, que es mi memoria, un serial de eventos vividos con cierta confusión, como si en aquellos momentos también hubiese estado ausente. Me dio igual, no traté de rebuscar para aclararlos, eché la mirada más atrás y me encontré zanjando unos trámites bancarios. Una nueva cuenta bancaria.
Así soy yo, ausente, me guste o no, aunque trate de cambiarlo, me gusta conocer y vivir cosicas. Y estando fuera de mi alcance oponerme a ello, me dejo llevar pese a la mala imagen que me doy.