22 abril 2010

Aprendiendo de Benidorm

Mal que pese a algunos, Benidorm efectivamente se ha convertido en una de las ciudades de referencia en el ámbito turístico a nivel mundial. A nivel nacional ya lo conocíamos todos, y aunque va quedando relegado para los españoles, sigue teniendo en nuestra mirada un lugar privilegiado.

Benidorm, bajo la batuta del director Pedro Zaragoza desde los años cincuenta, ha sabido crecer en la dirección adecuada hasta situarse en el papel que hoy en día tiene en el paisaje. Sin duda alguna, lo que más llamaba la atención de Benidorm era su inconfundible perfil. Esa cresta se elevaba sobre las tierras de este levante osando al Mar Mediterráneo, proponiendo una nueva estampa en el paisaje del lugar y dando la espalda al resto de municipios alicantino y valencianos en la morfología y materialización de su filosofía. Ese Benidorm que tantos detractores se ha ganado entre aquellos que no querían mirar más allá de la primera lectura, hoy se reivindica y defiende con un argumento claro y conciso: no se trataba de un órdago a ese mar siempre pacífico, sino de una suave, elegante y rompedora forma de salvaguardar los intereses de la conservación de nuestros suelos, de nuestros paisajes naturales y, sobre todo, del registro de una nueva identidad social y seña.


Y es que de Benidorm hay mucho que aprender. Se trata de una ciudad que para todos nosotros tiene una lectura muy característica. Probablemente nos traiga a la mente palabras o destellos como sus edificios de gran altura, la playa, los guiris, la fiesta tanto para jóvenes como pera jubilados,...etc. Benidorm, además de todas estas referencias, es un municipio. Este término ya nos recuerda a algo más cercano, algo más parecido a ese lugar en el que todos vivimos. Y es que al fin y al cabo en Benidorm reside permanentemente un gran número de habitantes, un número de habitantes que son quienes hacen posible que la economía benidormense volcada en el turismo, se sustente con una fiabilidad a prueba de crisis.

José Miguel Iribas es un sociólogo muy estrechamente relacionado con el mundo de la arquitectura y el urbanismo. Ha trabajado con importantes nombres dentro del nuevo paisaje arquitectónico que está surgiendo en los últimos años, y desde esa posición, cuenta de una manera genial en una de las últimas publicaciones de Arquitectura Viva lo que ha ocurrido en esta ciudad durante la segunda mitad del siglo que hemos dejado atrás.

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"A los pocos días de su muerte, The Economist publicó la necrológica de Pedro Zaragoza. ¿Cómo un alcalde franquista de un pequeño pueblo alicantino merecía el único obituario que la revista británico-americana publica por número? Desde luego, nada parecía presagiar semejante distinción cuando accedió a la alcaldía de Benidorm sin haber cumplido los 30 años..."

"Su contribución al turismo (la de Pedro Zaragoza) se basó en tres postulados visionarios: en primer lugar, su íntima e indesmayable convicción de que el planeamiento urbanístico era la clave fundamental en la conformación del producto..."

"En segundo lugar, y antes que nadie en España, creyó en el turismo de masas y les dotó de un modelo urbanístico correlativo. Actuó de acuerdo con esa utopía iluminada, y, junto con una generación sobresaliente de pioneros, desarrolló las bases para la construcción de la nueva ciudad.

En tercer lugar, intuyó la necesidad de ser tolerantes con las costumbres extranjeras: la anécdota de su coriácea defensa del biquini revela su convicción anticipadora de los efectos directos y colaterales del turismo. Una anécdota ahora simpática, pero en su momento dramática, pues la aprobación del sintético bañador le costó tres amenazas de excomunión, un problema extraordinario para la época, especialmente para un alcalde franquista. Por último, y esto es menos conocido, su sensibilidad medioambiental por la preservación de algunos espacios paisajísticamente importantes (la Sierra Helada y la retaguardia territorial de Poniente) y por la urgente e inopinada declaración de la isla como zona verde (que la salvaguardó de proyectos devastadores)."

"Benidorm constituye, junto con Las Vegas los dos únicos ejemplos de modelos turísticos claramente singularizados. La ciudad americana, desdeñando el espacio urbano, confía su oferta a la potencia de sus instalaciones hoteleras. Benidorm, por el contrario, afirma su proyecto a partir de la intensidad de su vida urbana y define su personalidad urbanística a partir del espacio público: en la actualidad, los turistas pasean por la ciudad durante más tiempo del que emplean en la playa. ..."

José Miguel Iribas
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Este señor es un crack. Pudimos disfrutar de él en clase cuando vino a darnos una mini-conferencia... y es todo un lujo. Pocos habréis llegado hasta el final, pero si os interesa, en los enlaces de arriba está el artículo completo :)

PD: Gracias por tus ánimos bloggeros Ire!!