No es tan feo
¿Verdad? A mi siempre me llamó mucho la atención este edificio incrustado en medio de siete o treinta mastodontes levantados desde principios de siglo...otros varios siglos antes...otros algúna década después. No sé cuando fue levantado esta cajita arañada. Probablemente la documentación pertinente me concediese la suerte de hablar con certeza y brío acerca de él. Pero, ¿qué hay de la incertidumbre?
Probablemente nuestro amigo nació en la segunda mitad de este siglo que con pañuelico blanco despedimos hace ya ocho añazos...(sí, estamos mayores). Yo lo veo ahogado, lo veo pegando unos gritos de rabia, desesperación. Él es consciente de su importancia como lugar, como espacio, habrá vivido situaciones tan tensas como lo es su situación con sus compañeros de celda. Esa celda que llamamos casco antiguo. El jefe de calabozo, Santa Ana, no le deja llorar por no ser mirado con buenos ojos. Nuestro amigo cierra sus puertas en la noche y vierte por su eficiente frontal lágrimas verdes. El tiempo, EL TIEMPO, el reloj y nuestro medio. Estos dos han sido sus aliados; encargados de oscurecer sus ojos, de entallar su ladrillaje restándole protagonismo, encargados de producir ese acné blanco que surge como acercamiento a las nuevas necesidades. Encargado, pues, de poner ante nosotros esa caja rasgada que seguirá gritando por un lugar en nuestros ojos.
No soy feo, sólo estoy triste
Fdo. Palacio de Justicia de Elda
