21 mayo 2011

Vivir muriendo. Moisés Urbán

Os pido cuatro minutos y medio...

Como ya me ocurriera en los casos de La reina de mi vara verde y Puntos suspensivos... hoy quiero contaros la historia de una canción cuya letra no aparece en la red (o al menos hasta el momento de publicar mi entrada). Se llama, como el propio nombre de la entrada indica... Vivir muriendo, y su autor es un individuo que llevo admirando varios años. Su nombre... Moisés Urbán, y a pesar de haber desaparecido de alguna manera del panorama musical por el momento... sigue teniendo un lugar muy importante en mis escuchas casi diarias. Sus letras y sus melodías me conquistaron con tanta fuerza que no hace falta ni siquiera que siga en activo de cara a la galería.

Es un pequeño homenaje que le lanzo sabiendo que es lo mínimo que podría hacer. En esta canción me sorprendió una vez más en su momento, y entre lágrimas aprisionadas y la piel cuarteada... me sobrecogí. Un espectáculo de cuatro minutos y medio... como os decía.




Moisés Urbán - Vivir muriendo

el mar nos guió
el atardecer nos dio de comer
la lluvia nos lavó
bebimos no sé qué

apenas nos mirábamos
el frío de la noche nos habló
el sol castigaba nuestra oscura piel
la promesa de vivir nos ayudó a no enloquecer
un adiós en la orilla jurando volver
lágrimas de mis hijos me hicieron crecer
mi familia mi tierra podría perder

prefiero morir en tu país
prefiero arrancarme la piel a tiras por la vida que les prometí
prefiero morir en tu país
que morir en vida, que vivir muriendo...


masticando arena, no sé muy bien
adormecido por el cansancio
mis manos tiemblan, mi cuerpo extraño
mi corazón debilitado

pedía agua, pedía calor
todo se me daba
ángeles vestidos de rojo
con cruces blancas en la espalda

ambulancias que volaban
compañeros dejaban de respirar
la gente murmuraba
solo digo con mi mirada...

que prefiero morir en tu país
prefiero arrancarme la piel a tiras por la vida que les prometí
prefiero morir en tu país
que morir en vida, que vivir muriendo...

prefiero morir en tu país...


Letra, letrica, letraza... buenos cuatro minutos y medio invertidos.