06 diciembre 2009

Cuento Oriental

Érase una vez, un chico de ayer con una mirada amable, alguien que a primera vista parecía inalterable. Pero también érase una vez una chica sin ley, con unos ojos enormes y convincentes, siempre segura ante la gente. Las cosas de la vida quisieron que un día cruzaran sus miradas, desde aquel momento, y sin decirse nada, siguieron en su mar, luchando a contracorriente y buceando hasta volar.

A día de hoy, cuando se miran de frente... piensan que no hay nada entre ellos diferente. Con la mirada fijada en su corazón, piensan que quizás, en sus pupilas nazca una flor. Qué miedo les da.

De vez en cuando, siendo conscientes de la importancia de esto, vuelven la mirada atrás. Pero no, no hay nada..., ni una mirada, ni un reflejo... no hay nada igual. Él, en ocasiones, escondido entre su pecho y su arañada espalda, piensa para sí mismo... -No soy capaz de intervenir- levanta la mirada hasta encontrar la razón de sus marcas en la espalda y dice -Soy todo ganas de ti-

Con la ayuda de las agujas del reloj, algún tiempo después pudieron algo entender. Ya pueden jurar y gritar que, aunque difícil, es verdad... lo más bonito es arriesgar. Pero por si no fuera poco con ser los actores secundarios más felices jamás narrados, sin más, y como un eclipse lunar, uno junto al otro fueron centro universal.

A día de hoy, cuando todavía se miran de frente... siguen pensando que no hay nada entre ellos diferente. Con la mirada fijada en su corazón, siguen pensando que quizás, en sus pupilas nazca una flor tanto o más bonita que la de la noche anterior. Ya no les da miedo.

Lo mejor de la historia es que todavía de vez en cuando, siendo conscientes de la importancia de esto, vuelven la mirada atrás. Y no, no hay nada..., ni una mirada, ni un reflejo... no hay nada igual. Él, en ocasiones, escondido entre su pecho y su arañada espalda, piensa una vez más para sí mismo... -No soy capaz de intervenir- levanta la mirada hasta encontrar la razón de sus marcas en la espalda y dice -Soy todo ganas de ti-

Este pequeño cuento, sólo busca oídos atentos. Sí, de esos que se dejan conquistar...de esos que arriesgan y que sueñan con poder volar.

2 certezas:

Anónimo dijo...

me encanta peke...

Frmdo: YO

Heidi ;) dijo...

Que el temor a fallar, no te impida jugar...